“A mi papá se le quedó debiendo un homenaje,” Briney Oviedo.
Habían transcurrido solo un par de horas de haberse cumplido las honras fúnebres del Rey que la Piqueria Vallenata Andrés Felipe Barros Méndez, cuando el sector artístico y cultural de Barrancabermeja perdía a otra de sus más representantes figuras, el acordeonero y juglar vallenato Tomás Enrique “El Poly” Oviedo Camelo.

Sobre las 7:00 de la noche del 24 de junio, un paro cardio respiratorio fulminante se lo llevó de este mundo mientras se encontraba en su vivienda en el barrio Primero de Mayo.
El “Poly”, era el padre del también acordeonero y percusionista barranqueño Briney Oviedo Villegas, Tomás, Alexandra y del artista foklorista José Gregorio Payare.
Tomás Enrique había nacido hacia 89 años en Santa Teresa, Bolívar y llegó a Barrancabermeja en busca de mejores rumbos laborales. En su intento contó con suerte, ya que en esa época con presentar la cédula era más que suficiente para ingresar a laborar a Ecopetrol.
Durante casi 18 años estuvo vinculado a la estatal petrolera en varios oficios, indicó su hijo Briney, “él primero entró como obrero, después fue pintor, luego pailero y por último tubero. Fueron varios años, pero como era por contratos no alcanzó a la pensión”.
“siempre le dije a la Junta Directiva del Festival Vallenato que a mi papá se merecía un homenaje“, Briney Oviedo.

Pero a la par de su perfil laboral, Tomás Enrique no dejaba de lado la música que traía en las venas heredada de su familia. En Barrancabermeja conformó varias agrupaciones musicales en las que se destacan, Los Tremendos Paisas, los Quisquillosos y El Poli y su conjunto, que mantenían el estilo musical de Aníbal Velásquez.
En la época en que Barrancabermeja se celebraba la Fiestas de Petróleo, “El Poly” tenía un puesto ganado en tarima con sus agrupaciones. Por eso, hoy en la distancia, esa que no le permite despedir a su viejo como él quisiera, Briney recuerda con nostalgia que su papá se le quedó debiendo un homenaje, “siempre le dije a la Junta Directiva del Festival Vallenato que a mi papá se merecía un homenaje, un reconocimiento en vida; que no esperaran que se me muriera y nunca lo hicieron, ya para qué”.
Como muchos artistas de este país, Tomás Enrique no alcanzó una pensión ni el reconocimiento del Estado como merecía. Solo el año pasado fue incluido en el programa Beneficios Económicos Periódicos Beps, del Gobierno Nacional para Gestores Culturales de las cuales alcanzó a recibir cerca de 6 mesadas.